CARACTERÍSTICAS
- Desde que nacen suelen mostrar ser unos niños/as muy energéticos y con un fuerte temperamento.
- Muy demandantes en cuanto a:
Recibir mucho contacto físco de su figura de apego. Tanto, que conforme vayan teniendo mayor autonomía en el movimiento de su cuerpo, no quieran jugar solos. Quieren tener siempre tu compañía.
Recibir constantemente estímulos: su cerebro se desarrolla a un rítmo muy rápido, de ahí a que necesiten muchos y variados.
- Patrón del sueño: durante el día duermen poco, tienen más necesidad de recibir estímulos que el descansar. Por la noche sí suelen tener un sueño más duradero, aunque confome vayan creciendo lleguerá un momento en el que no les será fácil conciliar el sueño.
- Desde los primeros días van perfilando unas pautas de alimentación: comen muchas veces en cantidades pequeñas.
Al ser tan activos, con poco alimento que adquieran será suficiente para volver a desear recibir estímulos.
- Quieren estar en constante movimiento: en diferentes posturas y en diferentes estancias. Por eso es muy típico que lloren al dejarles en el capazo, o si permaneces parado con él en barzos.
- Son muy persistentes en expresar lo que quieren a cada momento, y lo hacen mediante un llanto muy firme y constante. Tanto es así que se frustran al no recibir de forma inmediata lo que desean. Sólo dejará de llorar si le das lo que necesita en el momento que lo demanda.
Ante esta situación es importante no atormentarnos pensando que lo estamos malcriando, que hace lo que quiere con el adulto, no. Estos niños se comportan así porque realmente necesitan lo que demanda, necesitan cubrir sus necesidades.
¿QUÉ HACER?
- Aprender a gestionar las emociones y tomar una actitud de comprensión y calma ante nuestro hijo. A partir de ahí, y con el paso del tiempo, cuando el pequeño vaya creciendo irá reclamando de forma menos insistente nuestra atención.
Si nuestra respuesta a su necesidad es de nerviosismo y rebasada por la situación, el pequeño notará nuestra desesperación, causando en él aumento de su ansiedad y también de su inseguridad.
Si los padres reconocen y cubren las sus necesidades desde la comprensión, el pequeño irá mostrando en las siguientes ocasiones una conducta más tranquila.
Cuando llegue el momento de las rabiertas, alrededor de los dos años de edad, es importante ser firmes con los límites, desde la paciencia y la constancia.
- Utilizar el porteo seguro
Al necesitar tanto del contacto físico, es lógico que quieran pasar el mayor tiempo posible en brazos. De esta manera se sentirán seguros y entretenidos, a la vez que al adulto le permite tener cierta libertar para hacer otras cosas.
- Proporcionarles estímulos acordes a su momento madurativo.
En los primeros meses de vida los estímulos sensoriales y de movimiento son claves para ayudar a que el bebé se sienta atendido.
Las sesiones de estimulación impartidas por un profesional, en compañía de su progenitor pueden ser una opción acertada.
- Introducir el masaje como una actividad rutinaria, que aportará relajación corporal, a la vez que un momento de disfrute entre madre/padre- hijo.
- Delegar en la pareja y /o en personas cercanas de vuestro entorno. Las demandas del pequeño generan estrés y un cúmulo de cansancio. Es importante que la persona que más tiempo pase con él pueda tener un tiempo de descanso y desconexión.
- A medida que vayan creciendo ir favoreciendo su progresiva autonomía.
El pequeño se sentirá más seguro de sí mismo y de sus acciones.
Atear os acompaña en el crecimiento de vuestro hijo a través del servicio de Asesoramiento y Coaching Familiar.