El desarrollo de un bebé en su primer año de vida es clave para que adquiera aprendizajes posteriores.
Aunque cada niño/a es diferente y único, cada uno tiene unas características y un ritmo de desarrollo que debe ser respetado, todos tienen en común que progresan bajo un patrón predecible de desarrollo en este primer año de vida.
1. AYUDARLE A QUE SE ADAPTE A SU ENTORNO
La llegada del bebé a casa debe ir acompañada de un ambiente libre de excesivos estímulos; como ruidos y cambios de luz o temperatura. Es fundamental proporcionarle un ambiente cálido, tranquilo y de afecto. En este momento, de 0 a 3 meses de edad, el esfuerzo del pequeño se centra en alcanzar sus necesidades fisiológicas y afectivas. La unión de ambas harán que sea un bebé feliz y seguro.
2. APRENDER A COMUNICARNOS CON EL BEBÉ
El llanto es el medio que tiene el pequeño para manifestar sus necesidades, pero a medida que va creciendo va teniendo ciertas habilidades no sólo para comunicarse, sino también para expresar su estado de alegría, e inclusive puede que sea él mismo quien propicie una interacción con el adulto (sonrisa social, gorgoteo, vocalizaciones, señalar con su dedo, primeras articulaciones sonoras previas a la emisión de palabra).
Para guiar a nuestro hijo/a en este etapa, el prelenguaje, es imprescindible hablarle, repetir los sonidos que él produzca para que de esta manera perciba que su intención de comunicarse la hemos entendido.
Un medio que refuerza la comunicación entre madre/padre y el bebé, es la práctica de masajes; mediante el tacto le transmitimos el afecto y seguridad que necesita.
3. PROPORCIONARLE ESTíMULOS ACORDES A SU MOMENTO EVOLUTIVO
Es indudable que los estímulos son el motor para ayudar al pequeño a que vaya madurando, siendo importante que éstos sean mostrados de forma progresiva y acorde al momento madurativo en el que se encuentre.
Los estímulos apropiados en los primeros meses son de tipo sensorial; a través de ellos el pequeño despierta su curiosidad por saber la información del mundo exterior. Cuanto más rica y variada sea ésta, más positiva será la relación que establezca con su entorno.
Le mostraremos texturas suaves (plumas, algodón), sonidos suaves (simulación de agua, pájaros, viento, nanas), olores primarios (el propio olor corporal de sus figuras de apego), el sabor de la leche materna. Juguetes que tengan los colores blanco sobre negro y viceversa, junto con la presencia del rojo ayudarán a desarrollar su visión (libros de tela con éstas características).
4. PRIMERA INTELIGENCIA: LA MOTORA
Movimiento y psiquismo van unidos; esto quiere decir que para contribuir a que el desarrollo del pequeño vaya madurando, es necesario que se consolide una base firme y segura a partir del movimiento; es imprescindible que nuestro hijo aprenda a mover y controlar su musculatura. De tal manera que si en esta primera etapa de desarrollo no se le facilita que experimente su movimiento a través del suelo, su cerebro no estará preparado para ir alcanzando de forma encadenada los siguientes aprendizajes.
“La etapa del suelo resulta clave tanto para su desarrollo psicomotor como para su desarrollo cognitivo y, de forma secundaria, también resultará importante para su desarrollo emocional ya que el niño podrá asumir mayor seguridad en su movimiento al haberlo integrado de manera conveniente a través de las diferentes etapas.” (Giner M, 2010, p.15).
El punto de partida será vencer a la gravedad desde pronación, es decir, que el pequeño controle su cabeza con el apoyo de antebrazos. Consiste en ponerle boca a bajo y motivarle con un juguete a que dirija su mirada hacia éste.
Es recomendable, en las primeras semanas de vida, tener la rutina de que el pequeño pase algunos minutos experimentando en suelo (puede que el bebé manifieste su desacuerdo ante esta postura, a causa de su inseguridad, por lo que empezaremos poniéndole boca a bajo sobre nuestro pecho). Iremos aumentando el tiempo de suelo hasta que esté preparado para ponerse de pie.
El control cefálico se alcanza a los 3 meses de edad, siendo clave para poder ir alcanzando los siguientes hitos: giro de cabeza hacia un lado y otro (a los 5 meses), volteo (a los 6 meses), arrastre (sobre los siete meses), sedestación (en el momento de arrastre, apoya sus manos sobre el suelo o rodillas), gateo (aproximadamente a partir de los 8 meses, hasta los 12 meses), ponerse de pie para finalmente dar sus primeros pasos(a partir de los 12 meses).
5. CONOCIMIENTO DE LA FUNCIONALIDAD DE SUS EXTREMIDADES
A medida que va creciendo, el juego con el pequeño va cambiando; poco a poco se muestra más receptivo a querer jugar con nosotros e incluso a tomar él la iniciativa. Gracias al logro de su movimiento, irá siendo el pequeño quien busque el estímulo.
Va despertando su interés por objetos de diferentes colores y formas. El agarre, la manipulación del objetos, el agitar y tirar objetos para ver qué efecto producen, tirar de un cordel, o hurgar con su dedo índice, son el reflejo de identificar sus manos y dedos como medios de experimentar y conocer.
La llegada de llevarse sus pies a la boca y balancearse sobre sí mismo, nos anuncia el control de su cuerpo en el espacio.
6. INTRODUCIR RUTINAS PARA MÁS ADELANTE CREAR HÁBITOS
El primer hábito que adquiere el pequeño en este primer año de vida es el de la alimentación, y a continuación el del sueño.
Un hábito se configura a partir de la repetición de una rutina. Tiene crucial importancia la presencia de éste en el desarrollo de nuestro pequeño, pues gracias a hacer siempre una misma actividad en un mismo tiempo y lugar hará que se sienta seguro.
Cierto que la alimentación del bebé es a demanda: a cualquier hora y lugar, pero a partir de los 3 meses de vida puede haber adquirido un posible ajuste de alimentación; podemos decir que la figura de apego ya ha detectado un cierto patrón de alimentación en sus hijo/a: número de tomas y momentos del día.
Siendo a los 6 meses un apropiado tiempo para iniciar el hábito de alimentación: misma hora y mismo lugar para que coma el pequeño.
En cuanto al hábito del sueño, en un primer momento lo fundamental es que distinga el descanso del día- noche (alcanzado hacia los 4 meses)
Es recomendable desde las primeros días establecer un orden secuenciado en el último momento de cada día para adquirir este hábito: baño- masaje- comer- dormir.
El niño siente seguridad con aquello que conoce y hace todos los días en un mismo lugar y tiempo.
7. AMPLIAR SU CIRCULO DE PERSONAS PARA ESTABLECER NUEVAS RELACIONES SOCIALES
Pasado el primer trimestre tras su nacimiento, ha alcanzado la adaptación a su entorno más próximo: reconoce a sus figuras de apego, puede distinguir la voz y olor corporal de papa/mamá, sus rasgos faciales. Poco a poco irá detectando la presencia de su hermano/a, u o otras personas que de forma asidua interaccionen con él (tíos, abuelos, amigos).
Podemos decir que a partir de los 6 meses el pequeño disfruta interaccionando con sus personas cercanas. Le encanta llamar su atención con balbuceos, utilizar cualquier objeto y situación para jugar con ellas.
Poco a poco el círculo social del pequeño irá aumentando a través de mostrarles experiencias: ir a parques, jugar con los hijos de nuestros familiares o amigos, etc.
Esto beneficiará el que en un futuro se perciba como ser único (autoconcepto) y a partir de ello, como ser social.
Atear os acompaña en el desarrollo íntegro de vuestro bebé, a través del servicio Estimulación Temprana.