La mujer y el hombre somos diferentes; tenemos características distintas, pero esto no debe ser motivo para que no tengamos los mismos derechos y deberes. Es por ello, que entre ambos debe darse EQUIDAD.

La equidad consiste en no favorecer en el trato a una persona, perjudicando a otra.

Hombres y mujeres, mujeres y hombres somos complementarios, cada uno aporta a la sociedad. No debemos restar a una persona por ser de uno u otro género.

Debemos ser conscientes de que hoy en día, y de forma transgeneracional, la mujer viene siendo el género perjudicado, porque se le han atribuido unos estereotipos que merman su desarrollo general. Una mujer puede ser madre, o no, pero también puede ser empresaria, ejecutiva, científica…: puede desarrollar cualquier profesión que desee.

Cualquier capacidad existe de igual manera en un hombre que en una mujer, puesto que ambos nacen biológicamente con esta predisposición. La destreza en una determinada habilidad (motora, lógica, comunicativa…) puede desarrollarse de una manera más acentuada que otra dependiendo de la persona, no del género de ésta. Es por tanto que la mujer no es menos que el hombre, ni en capacidades, ni en derechos, ni en oportunidades. Esta conclusión tan lógica aún no se está viendo en la realidad de nuestra sociedad.

Desde los primeros tiempos, la balanza ha estado hacia un mismo lado, el de los hombres. Es desde hace poco tiempo que se viene luchando para que esa balanza se vaya acercando al otro lado, el de la mujer, para que pueda mantenerse entre ambos extremos el equilibrio. Por este motivo, es bien justificado que la mujer deba sentir el respaldo de toda la sociedad, hombre y mujer en unión para un mismo lado: el centro, la equidad.

La mujer debe ser empoderada por toda la sociedad para que todos logremos beneficiarnos de este equilibrio. 

No hay duda alguna de que estamos aún en proceso hacia el cambio, digamos que estamos en la teoría, muy necesaria para dar un paso más hacia la práctica y poder ver resultados. La única vía para tal logro es la EDUCACIÓN. 

La Escuela tiene un papel imprescindible, pero no menos lo tiene la educación que debe forjarse en los hogares. El sentido de la equidad debería estar presente en las rutinas, actitudes y responsabilidades entre los convivientes de una familia.

“Los niñ@s de hoy son el futuro, lo que sembremos hoy, será el fruto que recogeremos

Como todo proceso, requiere poner en práctica determinadas acciones.

A continuación expongo algunos aspectos a tener en cuenta para proporcionar la equidad entre ambos géneros.

  • Iniciar la educación para la equidad desde edades tempranas.

Desde los 0 a los 6 años se crean los pilares básicos para afrontar los futuros y continuos aprendizajes, de 6 a los 12 años es la franja donde las ideas no solo se gestionan, sino que también se pueden madurar.

Proporciona a tu hij@ experiencias que propicien el aspecto cívico, moral, valores como la igualdad, el respeto o la colaboración.

  •  Identifica qué patrones de comportamiento, expresiones del lenguaje y/o prejuicios que tenéis los progenitores, fruto de una sociedad donde se ha dado prioridad al hombre, pasando de generación en generación.

Todos tenemos alguna actitud o pensamiento de esa visión, porque somos resultado de unas costumbres y cultura: de una sociedad.

Al identificarlos estaréis tomando acción para cortar esa herencia que limita, y gracias a ello establecer nuevos patrones y actitudes en concordancia con comportamientos de equidad.

  •  Predicar con el ejemplo.

Uno de los canales de aprendizaje en los niñ@s, sobre todo en el caso de los pequeñ@s, es la imitación. A partir de observar, identificará una conducta, una respuesta y desarrollará una acción.

  • Establecer entre los valores de la familia el respeto, la igualdad de oportunidades y responsabilidades. Conseguir implantarlos desde casa con normalidad en la convivencia es la clave.
  • Ofrecer juguetes y juegos libres de etiquetas. No hay juguetes específicos para niños ni para niñas; “hay juguetes”.

Deja a tu hij@ tener experiencias para que pueda elegir en base a sus gustos y preferencias. Deja que se conozca.

  • Ofrece a tu hij@ tiempo de ocio, hobbies, actividades extraescolares acordes a sus intereses y habilidades. No lo encasilles con el estereotipo de un determinado género. El ballet no es solo para niñas, de igual manera que el fútbol tampoco debe de ser cuestión solo de niños.
  • Los cuentos, libros, películas o canciones deben ser un recurso para sumar, para hacer crecer y madurar a los niñ@s, es por eso que aquellos que promuevan términos o actitudes sexistas o de desigualdad, dejémoslos atrás.
  • Fomentar la empatía y autocrítica en casa. No podemos obviar lo que por lo general en la sociedad tenemos: situaciones que son disconformes a la igualdad, a lo justo, y que por el contrario, fomentan la violencia y el abuso.

Aprovechemos la presencia de ellos para educar en el pensamiento reflexivo, en el análisis para mejorar. El pensamiento crítico es la base para ser un adulto/a seguro, para hacer frente a lo que no esté conforme y tomar acción.

Atear os acompaña en el crecimiento de vuestro hij@ a través del servicio de Asesoramiento y Coaching Familiar.